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miércoles, 20 de abril de 2011

Mito 3


"Las vacunas son seguras"
El Sistema de Reporte de Efectos Adversos de las Vacunas (VAERS de EE.UU.) recibe 11.000 denuncias anuales de reacciones adversas, alrededor de 1% de las cuales equivalen a muertes. La mayoría de las muertes son atribuidas a la vacuna anticoqueluchosa, la P de la vacuna DPT (Difteria-Pertussis-Tétanos). La FDA (Administración de Drogas y Alimentos) estima que solamente alrededor de un 10% de las reacciones adversas son informadas, un guarismo también sostenido por dos investigaciones del NVCI (Centro Nacional de Investigaciones Vacunales). Estos hallazgos sugieren que las muertes por vacunas están por encima de 1.000 cada año.

Estudios internacionales muestran que las vacunas son causa del Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SMSI), cuyo pico acontece entre los 2 y 4 meses, precisamente cuando comienza el plan de vacunación. También hay estudios que afirman lo contrario, al señalar que ello es debido a una coincidencia entre el SMSI y la edad de vacunación. Sin embargo en Japón a mitad de la década del 70 se pasó la edad para comenzar a vacunar de los 2 meses a los 2 años, y la incidencia de SMSI cayó dramáticamente.

Actualmente se está vacunando desde la etapa neonatal con BCG y vacuna contra hepatitis B, con el equivalente, para un adulto de 70 kilos, de 10 cm3 de la primera y 5 cm3 de la segunda.

Se considera que uno en 175 niños que completaron las series de DPT sufren severas reacciones [12], entre las que se encuentran trastornos convulsivos (1 en 300) [13]. Es llamativo que en Inglaterra, Gales y Alemania del Oeste tuvieron más casos fatales de tos convulsa en los años 70, cuando la proporción de inmunización fue alta, comparada con la década del 80, cuando la proporción había descendido [13].

Se considera que el costo por indemnizaciones del programa federal de compensación por efectos adversos vacunales (NIVCP) asciende a 90 millones anuales en los Estados Unidos.

La agencia de Salud y Asistencia Humana de California reveló un incremento del 273% en el diagnóstico de autismo en la pasada década. Para el Instituto de Investigación y Tratamiento del autismo el incremento de las vacunaciones en los niños pequeños es un co-factor contribuyente en el desarrollo de esta enfermedad. Muchos niños sanos antes de ser vacunados y que desarrollaron comportamientos autísticos también mostraron signos de disfunción del sistema inmune. Los estados de Florida, Maryland y New Jersey reportaron similar incremento de esta patología.

Investigaciones efectuadas en 1998 y 1999 mostraron, luego de la administración de la vacuna contra hepatitis B (producida con nuevas técnicas de ingeniería genética), la aparición de procesos artríticos, daño muscular y nervioso, pérdida de visión y de memoria, síndrome de fatiga crónica, polineuropatía desmielinizante y también el fallecimiento de bebés a las horas de recibirla. Con la vacuna contra la gripe o influenza pueden darse casos similares.

Veamos que acontece con la diabetes Tipo I (insulinodependiente). Se la considera una enfermedad cuya susceptibilidad puede ser hereditaria pero donde los factores medio ambientales pueden iniciar su desarrollo [14], entre ellos, infecciones virales y la presencia de procesos autoinmunes [15, 16].

Entre las vacunas a las cuales se las vincula al desencadenamiento de esta enfermedad se encuentran la vacuna anticoqueluchosa [17], la vacuna contra la rubéola [18, 19], que se administra junto a la de paperas, que también puede ser un factor desencadenante [20]. Estos procesos se desarrollan con un período de latencia entre 2 a 5 años. La vacuna antisarampionosa que es la que completa la llamada MMR no estaría involucrada en este padecimiento. En cuanto a la vacuna para haemophilus influenza B (Hib) se observó en 114.000 niños finlandeses que aquellos que habían recibido 4 dosis tuvieron una alta incidencia de diabetes Tipo 1 comparado con quienes habían recibido una sola dosis. Barthelow Classen informó del incremento de Diabetes insulinodependiente luego de un programa de vacunación contra hepatitis B en Nueva Zelanda, a partir de 1988 [21].

En 1996 investigadores de la Universidad de Tel Aviv admiten que algunas vacunas pueden ser desencadenantes de procesos autoinmunes y que ello ha recibido poca atención en los estudios clínicos y de laboratorio. Tales vacunas son las de influenza (gripe), hepatitis A, hepatitis B, rabia, tétanos, MMR y polio oral. Dentro de estas enfermedades se encuentran la artritis, púrpura, lupus y afectaciones del sistema nervioso como neuritis, desmielinización, miastenia gravis y síndrome de Guillain-Barré.

Ha sido reconocido que la vacuna Sabin ha tenido un contaminante viral del mono, donde solía prepararse la vacuna, denominado SV40 o virus simio 40. Este virus tiene una gran capacidad para producir tumores malignos de distinta naturaleza (cerebrales, óseos, linfáticos).

Un hecho interesante fue lo acontecido con la vacuna BCG, aplicada por Calmette y Guerin en 1928 a la población dinamarquesa de la isla de Bornholm. A los 20 años se notó un descenso de la tuberculosis, en la misma magnitud que en zonas que no recibieron esta vacuna. Pero llamó la atención que en 1952 apareció súbitamente una enfermedad neurológica descripta por el Dr Lépine y denominada por él como "enfermedad de Bornholm" que sólo se presentó en quienes habían recibido la vacuna ("El peligro vacunal". Florencio Escardó).

Aparte de los elementos biológicos las vacunas contienen una serie de sustancias que pueden tener un efecto tóxico como el Timerasol (compuesto mercurial), hidróxido de aluminio, formaldehído y ácido acetilsalicílico. A los 6 meses de edad un bebé, si cumple con las vacunas recomendadas, recibe una dosis de mercurio que excede los límites aceptados. Recientemente Gran Bretaña retiró una vacuna contra la polio al descubrir que se la cultivaba a partir de suero bovino producido cuando la "enfermedad de la vaca loca" estaba en su punto álgido. Sir Richard Southwood alertó de que el peligro de "infección" era moderadamente alto, en contra de la opinión de las autoridades ( La Nación, 20 de diciembre de 2000).

En síntesis, las vacunaciones son causa significativa de invalidez y muerte.


BIBLIOGRAFÍA
· * Basado en "Dispelling Vaccination Myths" de Alan Phillips, julio 1996
· [12] Pediatrics. Vol. 68(5), 1991 Nov.
· [13] The Fresno Bee. DPT Report, 1984 Dec. 5
· [14] Alexander Bearn
· [15] Daniel Stiter y otros. "Clinical Inmunology" 5ta. Edición. Los Altos, CF, 1984

[16] Idem
· [17] Coulter y Fisher. DPT, "A Shot in the Dark". N.Y. Avery Publishers, 1991
· [18] Margaret Menses. Rubella Infection and Diabetes Mellitus. Lancet, Jan. 1978
· [19] E. Rayfield. Rubella virus y diabetes inducida. Diabetes 35, 1986 dic.
· [20] K. Stratton. "Adverse events associated with childhood vaccines" Washington, NAP 1993
· [21] B. Classen. Childhood inmunization and diabetes mellitus. New Zeland M. J.

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